Trabaja para proteger a quienes nos protegen, es su objetivo desde hace casi setenta años

A primera vista lo expresado se ve como un juego de palabras, y de hecho lo es. Ya que nos pareció una buena manera de titular esta crónica, en la que haremos referencia a la labor del Técnico Aeronáutico Christian Valls, de 86 años de edad, quien desde sus 18 años diseña, ensaya y fabrica los cascos protectores utilizados por los integrantes de las Fuerzas Armadas de la República Argentina y Policías provinciales.

Christian Valls es un hombre de férreas convicciones y amplísima experiencia, dedicado desde su juventud al desarrollo de cascos protectores, los que inicialmente fueron pensados para satisfacer las necesidades de los paracaidistas, una actividad que comenzó a realizar a partir de su instrucción en armas durante el Servicio Militar Obligatorio.

Valls desde temprana edad estuvo convencido que era absolutamente necesario un elemento de calidad, porque por aquellos años quienes saltaban desde un avión lo hacían solo dotados de un casco de cuero y alguna antiparra, lo que sin dudas resultaba insuficiente para resguardar la integridad de cualquier ser humano al caer por ejemplo sobre árboles o cualquier otra estructura, además del piso.

Christian Valls con el primer casco que fabricó en 1956

En este contexto de exposición a fuertes golpes, en todo tipo de condición climática durante el contacto con tierra, él sabiendo en primera persona lo que sufren los paracaidistas al caer en un área boscosa, comenzó a diseñar el casco ideal, para esa especialidad de riesgo. Por lo que ese fue el inicio de los diseños de los mundialmente reconocidos NA Helmets (Una denominación internacional y comercial para los “Cascos Nación Argentina”. Helm en alemán, Gelmeto en italiano, etc.), utilizados desde hace décadas por todas las Fuerzas Armadas en diferentes especialidades, motociclistas de la Policía Federal Argentina y grupos especiales de las Policías provinciales.

Este casco fabricado en base a fibras poliamídicas y resinas sintéticas de origen nacional, con mano de obra argentina, está pensado “para salvar vidas”, tal como lo define su creador. Quien se inspiró en sus propios diseños y experiencias, modificando estándares de fabricación hasta encontrar el vector exacto entre: comodidad, seguridad, aerodinámica y durabilidad. Ya que en sí mismo los NA helmets no tienen vencimiento. A punto tal que fueron ensayados cascos de motociclistas luego de 32 años de uso diario, sometidos a todo tipo de condición climática por parte de efectivos de la Policía Federal Argentina, habiendo arrojado resultados de más del 95% de actitud ante los ensayos dinámicos de impactos.

Además, debemos mencionar, los NA helmets para motociclistas son cascos pro-balísticos, dado que si bien su función básica es la de ofrecer seguridad para el usuario de motos, por su formulación y tipo de fabricación resisten perfectamente disparos de gruesos calibres de armas de puño, una situación comprobada no solo en laboratorio sino además en múltiples enfrentamientos ocurridos entre policías y delincuentes. Por lo que este inventor argentino en esas circunstancias se ha encargado de proveer de un nuevo casco, sin costo alguno, al uniformado que salvó su vida utilizándolo, y a los cascos baleados los ha sometido a minuciosas pericias.

Incluso Christian Valls ha tomando declaraciones a los numerarios que recibieron disparos en sendos tiroteos, para conocer la mecánica del enfrentamiento con armas de fuego, especificando en informes periciales, perfectamente detallados desde qué distancias y ángulos recibieron los disparos con pistolas 9 mm, .40 y .45, además de revólveres .38, entre otros calibres.

Esos cascos tiroteados están en las estanterías del taller de armado de los NA helmets, expuestos a la vista de todos los usuarios y periodistas que han realizado notas al respecto, como una comprobación palpable de la capacidad de absorción y retención de los proyectiles impactados que tiene este “casco de culto” (tal como lo definen sus usuarios), que está compuesto por telas especiales de Rowin de fibra de vidrio, con formulaciones ideales de resinas sintéticas, con urdimbres y tramas de títulos especiales en la composición en esas calotas (cáscaras), las que normalmente tienen muchos años en uso, ya que los NA helmets no tienen vencimiento, gozan de garantía de por vida.

En este sentido, sobre que los NA helmets mantienen su vigencia a través de las décadas, marcan una gran diferencia con respecto a los elementos protectores fabricados en estos tiempos por parte de otros fabricantes a base del Kevlar (un producto textil de los Estados Unidos), o del Twaron (de origen alemán), dado que esas materias primas (higroscópicas) se vencen a los 5 años. Es decir que cada año los elementos “protectores” compuestos por Kevlar y Twaron, en promedio, padecen una disminución del 20% en sus capacidades, según nuestras fuentes.

Esta es una crónica en la que intentamos resumir lo que es una historia de 68 años de trabajo incansable, para la protección de los motociclistas. Y, en medio de todas sus labores, Christian Valls además diseñó y desarrolló otro casco, uno muy especial, que es netamente balístico, dedicado específicamente a las Fuerzas Armadas y a los grupos especiales de la Policía. Que soportan perfectamente proyectiles de bronce y plomo (balas de armas cortas de grueso calibre) y esquirlas de acero templado disparadas a 621 metros por segundo, las que dejan una leve huella de back trauma en el interior del casco, salvando la vida al usuario. Una cualidad que incluso puede seguir superándose en estos cascos balísticos de diseño y fabricación nacional, mano de obra argentina.

Los ensayos del NA balístico fueron realizados en CITEFA (Centro Tecnológico de las Fuerzas Armadas), hoy denominado CITEDEF, con un inicio de las pruebas en 1980, dos años antes de la Guerra de las Islas Malvinas, y posteriormente tras años de trabajo entre 2003 y 2009, en ensayos sostenidos económicamente por Christian Valls se logró mejorar el diseño original, logrando la aprobación del casco NA antibalas y antifragmentario. Pero el proyecto fue cajoneado por la entonces Ministro de Defensa Nilda Garré, en el 2009.

A pesar de los palos en la rueda, por estos días se ha reflotado la posibilidad de fabricar este tipo de casco antibalas y antifragmentario, en dependencias militares argentinas, para satisfacer necesidades propias de las Fuerzas Armadas, con la posibilidad de exportar a otros países estos elementos de protección, siendo fabricados tal como se pensó, con mano de obra y materias primas argentinas.

El compromiso de Christian Valls con nuestro país y la bandera argentina es absoluto; por lo que su decisión es la de transferir todo su conocimiento, sin interés económico alguno: “Para seguir salvando las vidas de los numerarios de nuestras Fuerzas Armadas. Porque Argentina en la Guerra de Malvinas estuvo combatiendo contra la OTAN, y estoy seguro que estos cascos hubiesen servido a muchos de nuestros soldados”, detalló convencido de lo que él había comenzado a desarrollar dos años antes de ese conflicto en el Atlántico Sur.

A este fabricante de cascos no le habían dado la oportunidad de fabricar y proveer estos elementos de calidad balística en tiempo y forma, en la previa de la guerra. Pero, a contrapelo, recibió la orden de producirlos en pleno enfrentamiento entre argentinos e ingleses en el archipiélago, por lo que fue llamado el 3 de abril de 1982, apenas un día después de la recuperación de las Islas Malvinas. Y, si bien las cosas hechas a destiempo le puso todo cuesta arriba, Christian Valls logró terminar una tanda de estos resistentes cascos. Aunque, para ese día de presentación del modelo terminado ya había sobrevenido el alto el fuego para las tropas argentinas aunque no de todos los batallones y grupos comando. Porque también sabemos el trasfondo de algunas decisiones mal encuadradas, por parte de la dirigencia militar de por entonces. Más allá de los actos heroicos de soldados de tierra, aire y mar que con las pelotas bien puestas se jugaron el pellejo en medio del combate.

En resumen, la vida de Christian Valls y gran parte de su patrimonio económico, durante décadas, estuvo destinado a una causa nacional, inspirándose en la protección del prójimo. Por ello deseamos larga vida a este genio de 86 años de edad, creador del mejor casco argentino de nivel internacional, encontrándose en este momento en pleno diseño del NA Helmets 70 aniversario.

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